5 de enero de 2011

Viva México


Al escucharlos, es difícil saber quién de los dos tiene mayor determinación o entusiasmo. Tanto Pedro, el hijo, como Joaquín, el padre, o dicho de otra forma, los De Uriarte, están viviendo un inicio de Dakar de ensueño. “Me lo estoy pasando en grande”, dice el padre, que participa en su primer Dakar. Ambos se sientan al volante de un buggy Predator fabricado en EE UU y se entrenan en Puebla, de hecho son los dos únicos representantes mexicanos que participan en este Dakar y que conocen su desmesura: “¿A que es bonito?”, dice Joaquín apuntando a las luces y el bullicio del vivaque de San Miguel de Tucumán. “Quizás el hecho de que sentara a mi hijo sobre las rodillas mientras seguía el Dakar en la Fox le ha llevado a desarrollar la pasión por esta prueba”, explica el padre. El hijo, de 29 años, dio buenas muestras de dicha pasión en 2005, año en el que participó en su primer Dakar en la categoría de motos y terminó en 24ª posición: “Por aquel entonces no había Iritrack, pero era la primera vez que se utilizaba el Sentinel”, explica el dorsal 368, que desde entonces se ha dedicado de lleno a la paternidad y a su empresa.

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